Si hoy hablamos de engagement, tribus, permission marketing o remarkable brands, el responsable tiene nombre y gafas redondas: Seth Godin.
No viste traje, no hace presentaciones espectaculares, no presume de éxitos millonarios. Pero cambió la forma en la que entendemos el marketing moderno.
Y lo hizo sin gritar, sin fórmulas mágicas y sin el ruido del vendehumos.
Solo con ideas que funcionan.
El origen: un emprendedor antes de que emprender estuviera de moda
Seth Godin nació en Nueva York en 1960. De pequeño no soñaba con ser publicista ni genio creativo; soñaba con explicar cosas. Era un niño obsesionado con entender qué hacía que a las personas les interesasen unas ideas y otras no.
Tras pasar por Tufts University y hacer un MBA en Stanford, trabajó en Spinnaker Software… donde descubrió algo que marcaría su vida: que lo suyo no era obedecer órdenes, sino encontrar oportunidades.
En 1990 fundó Yoyodyne, la primera empresa que apostó por el marketing digital cuando Internet aún sonaba a ciencia ficción.
Unos años después, Yahoo! se la compró por 30 millones de dólares.
A partir de ahí, Godin dejó de ser un emprendedor más y pasó a convertirse en un visionario en Silicon Valley.
“Permission Marketing”: el libro que predijo la era digital
En 1999 publicó el libro que cambiaría todo: Permission Marketing.
La idea era sencilla, pero revolucionaria:
“El buen marketing no interrumpe. Invita.”
En pleno auge de anuncios intrusivos, pop-ups, banners y spam, Godin defendió que el futuro sería de las marcas que construyesen relaciones, no impactos.
Hoy es tan obvio que cuesta recordar lo disruptivo que fue.
Influencers, newsletters, suscripciones, funnels… todo bebe directamente de esa filosofía.
El tipo del gorro amarillo y la vaca púrpura
Si hay un libro que convirtió a Seth Godin en una de las figuras más influyentes del marketing, ese fue La Vaca Púrpura (Purple Cow).
Su tesis era clara:
“Si quieres que tu producto destaque, debe ser extraordinario. No más ruido, más valor.”
La metáfora de la vaca púrpura —algo imposible de ignorar— se convirtió en uno de los símbolos más potentes del marketing del siglo XXI.
Desde entonces, Godin escribe cada día una entrada en su blog.
Algunas son párrafos breves.
Otras, ideas que definen el marketing del mañana.
Las Tribus: cuando los clientes se convierten en movimiento
Otra de sus grandes aportaciones fue el concepto de Tribu: no grupos de clientes, sino personas conectadas por una idea, un propósito o una visión.
En su libro Tribes, Godin explicó que el futuro de las marcas no estaría en vender productos, sino en crear comunidades.
Hoy lo vemos en los creadores de contenido, en las marcas con identidad fuerte, en proyectos que trascienden su propio producto, en usuarios que recomiendan por convicción.
Todo eso —antes de Instagram, TikTok o Discord— ya lo predijo Seth Godin.
Una mente inquieta, un gurú sin ego
A diferencia de otros grandes del sector, Godin nunca ha buscado un imperio personal.
No adopta poses de estrella. No habla desde la superioridad.
Es un divulgador nato.
Crea cursos, escribe libros, da charlas TED y dirige Akimbo, su plataforma educativa.
Su objetivo no es “hacerse rico”, sino enseñar a pensar mejor.
Y ahí radica su magia: no te habla de trucos, sino de principios.
De personas.
De confianza.
De propósito.
El legado de Seth Godin
Hoy, el marketing es más complejo que nunca: inteligencia artificial, automatizaciones, personalización extrema, saturación de contenido.
Pero las ideas de Godin permanecen intactas, incluso más actuales que cuando las escribió.
Porque permission, tribus, remarkable o storytelling no son técnicas.
Son formas de mirar el mundo.
Y si algo ha demostrado Seth Godin es que, en un entorno dominado por algoritmos, los únicos que siguen siendo relevantes son los humanos que entienden a otros humanos.




